Con el patio de butacas lleno, los actores sacaron del público numerosas risas e incluso emociones encontradas, con ternura de por medio. La historia: A Sara siempre le gustó este barrio. Se nota que es una zona ‘bien’. Y ella, para qué negarlo, es una chica ‘bien’. El piso que le ofrece el agente inmobiliario reúne todas las características que desea: bajo precio, amplitud, luz y unas hermosas vistas de la sierra. Tan sólo presenta un pequeño ‘inconveniente’: la dueña del piso vivirá en él hasta el día de su ‘inminente’ fallecimiento. Lola (de más de setenta años) ha sido operada del corazón en dos ocasiones y sin duda no aguantará mucho más.
Sobre todo si sigue fumando una cajetilla diaria y bebiendo todo lo que se le pone por delante. Sí, Sara decide dar el paso, comprar el piso y esperar…
Pero ya sabemos que los acontecimientos no se desarrollan siempre tal y como uno había planeado. En primer lugar, Lola sigue gozando mes tras mes de una envidiable salud. Y segundo, y mas grave, la propia vida de Sara es la que empieza a desmoronarse con nuevos y sorprendentes acontecimientos. Entre las dos mujeres,
tan distintas y tan parecidas en su soledad, surgirá una amistad plagada de risas, ternura, emoción y complicidad.